
Para llegar pues a las cabañas donde radicaríamos esa noche - muy cómodas, aunque algunos dicen que con camas muy duras, pero para aquellos que compartimos las nochebuenas, fue a lo menos que le prestamos atención-, pasamos por este pueblo llamado Huasca, los prismas basálticos y finalmente un pequeño ejido del cual no recuerdo su nombre, en donde nos resguardamos con fuego en el hogar con historias de tradiciones hidalguenses y algunos juegos.
Eso sí, toda una experiencia ver el cielo cubierto de estrellas bajo el efecto de un buen tequila y un trauma encontrar objetos "extraños" en el cajón de tu cómoda.
Eso sí, toda una experiencia ver el cielo cubierto de estrellas bajo el efecto de un buen tequila y un trauma encontrar objetos "extraños" en el cajón de tu cómoda.