Otro encuentro con el cine de Buñuel. Por casualidad encontré Viridiana en uno de los canales de películas mexicanas del servicio de tv por cable, entre ficheras y dramones moralinos (contradicciones del cine mexicano).
Con una Silvia Pinal hermosa que permite entender porqué el director tomó a Brigitte Bardot como musa en la última etapa de su carrera - hay un parecido entre ellas que no se puede negar -, y con un elenco ecléctico y sólido se construye un refugio ficticio en donde la miseria humana (de pobreza y decadencia) es el principal referente.
Las imágenes son más lineales que en otras películas de su autoría, sin embargo, el fetichismo de la protagonista con las referencias religiosas y la "foto" de la "última cena" son suficientes para generar esa deliciosa reacción de asombro e incomodidad.
Un conjunto de indigentes son cobijados por una hermana caída en desgracia que, siendo burguesa al fin y al cabo, se asume como salvadora del singular grupo. Hombres y mujeres reciben de esta forma alimento y vivienda. Pero no hay tal paraíso.
Las dinámicas del grupo en cuestión son violentas, cruentas, sórdidas y egoístas, dejando claro que esta idea de comunidad no existe entre ellos. La sociedad los expulsó y los olvidó, por lo que ellos no le deben nada a ésta. Su situación no les permite caer más bajo y no tienen nada que perder, reflejando hasta cierto punto lo peor de la condición humana. El respeto entre ellos y hacia ellos mismos no existe.
A pesar de mostrarse dóciles y agradecidos ante su benefactora, en la "última cena" la farsa ya no puede ser mantenida. Salvadora y salvado tendrán que enfrentar su realidad.
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