La capital de Oaxaca es distinta a las demás ciudades coloniales que he visitado. El calor y las edificaciones altas, que generalmente son de un solo piso, le dan un aire costero al lugar. La humedad da un toque especial a las construcciones y la cantera verde de la mayoría de los edificios importantes de la ciudad proporciona un aspecto "mohoso" y de mayor antiguedad a los mismos.
El comercio se presenta en todos lados, galerias, cafés y restaurantes están distribuidos a lo largo del centro histórico y uno puede encontrar actividades culturales a la vuelta de la esquina (por casualidad vimos la danza de la pluma de un evento escolar y la quema de un castillo en la festividad de un templo).
El mercado se convierte en el punto de partida de todas las actividades programadas para el día después de un buen desayuno (algunas veces demoradas por "escalas técnicas" en el hotel) y un buen sitio para escuchar música propia de la región.
La ciudad por tanto tiene mucho que ofrecer y es un hervidero de turistas de cualquier parte del mundo lo que da mayor candidez al lugar.
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