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El jueves pasado, por un módico precio, vimos unos amigos y yo a Astrid Hadad. Se presentó en el Museo de la Ciudad de México y el espéctaculo fue muy bueno.
La función constó de un collage de sus distintos números, por lo que la mayoría ya los había visto alguna vez en Zacatecas, aunque unos eran -de acuerdo a palabras de Astrid-bastante viejos y que no había interpretado por un buen tiempo; sin embargo logramos ver uno de su última puesta en escena. Con el humor negro y el cinismo que la caracteriza, pasamos de asuntos políticos a temas de género, de la sexualidad al albur. El vestuario, por supuesto, increíble y divertido, dando todo el toque decadente del cabaret.
Muy buen rollo el de la Astrid.
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